EL ATAQUE A LOS MEDIOS DE DIFUSIÓN
UNA COSTUMBRE BIEN PERONISTA
El ataque a la libertad de prensa mediante presiones económicas o actos de violencia no es una novedad en la Argentina. Es una herramienta que ha utilizado con asiduidad el peronismo durante la primera y segunda presidencia de Perón contra los medios opositores al gobierno.
UNA COSTUMBRE BIEN PERONISTA
El ataque a la libertad de prensa mediante presiones económicas o actos de violencia no es una novedad en la Argentina. Es una herramienta que ha utilizado con asiduidad el peronismo durante la primera y segunda presidencia de Perón contra los medios opositores al gobierno.
LA NOTICIA DE HOY:
La represión contra el periodismo
(Por Hugo Gambini*). Apenas se instaló en el poder el régimen militar surgido del golpe de estado del 4 de junio de 1943, comenzó una represión informativa que luego habría de prolongarse con el continuismo del gobierno constitucional de Juan Domingo Perón - no menos autoritario- elegido tres años más tarde. Las inocultables simpatías por el nazismo -que profesaban la mayoría de los militares golpistas del 43 entre los que Perón llevaba la voz cantante- iban a evidenciarse rápidamente; a la semana de la sublevación, fue secuestrada una edición del diario Crítica por comentarios desfavorables hacia el Eje; cinco días después sería clausurado por 24 horas el matutino Los Andes, de Mendoza, por cuestionar la designación de un sacerdote en el Consejo de Educación; al mes siguiente, la oficina de prensa de la Presidencia de la Nación informaba que "no se pueden publicar noticias que afecten la dignidad de Benito Mussolini".
Por desobedecer a las autoridad y permitirse una opinión distinta a la de aquel régimen militar, sería suspendida por un día la aparición de La Gaceta de Tucumán, y con diferencia de horas se les prohibió a todos los diarios de Entre Ríos y Mendoza suministrar información sobre actividades partidarias. En Rosario fueron castigados Tribuna y Crónica, y en Santa Fe, El Litoral, por observar la designación de Jordán Bruno Genta como interventor en la Universidad y criticar su antisemitismo.
Por desobedecer a las autoridad y permitirse una opinión distinta a la de aquel régimen militar, sería suspendida por un día la aparición de La Gaceta de Tucumán, y con diferencia de horas se les prohibió a todos los diarios de Entre Ríos y Mendoza suministrar información sobre actividades partidarias. En Rosario fueron castigados Tribuna y Crónica, y en Santa Fe, El Litoral, por observar la designación de Jordán Bruno Genta como interventor en la Universidad y criticar su antisemitismo.
Una clausura momentánea impidió aparecer al diario La Provincia de Salta, y con una suspensión se cerró por cinco días el semanario socialista La Vanguardia, ambas publicaciones habían objetado el uso de las radios para propaganda exclusivamente oficialista. La forma que se encontró para eliminar los diarios escritos en hebreo fue "la cancelación de concesiones sobre franquicias postales para todas las publicaciones que no se editen en idioma nacional".
Tras el triunfo electoral, en 1946, del candidato oficialista del régimen militar, el coronel Juan D. Perón, aquel aparato represivo, lejos de desaparecer, perfeccionó su maquinaria: se expropiaron muchísimos medios y fue creada la famosa "cadena de diarios y radios", a la que también se incorporarían todas las revistas del grupo Editorial Haynes. Los únicos diarios independientes de Buenos Aires, La Nación y Clarín, debieron poner sus barbas en remojo después de lo ocurrido con La Prensa, cuya confiscación demostraba hasta qué punto estaba dispuesto ese gobierno a reprimir la libertad de expresión.
Clausurada definitivamente La Vanguardia -según la disposición municipal que cerró sus talleres, "por ruidos molestos"- proliferaron las hojitas sueltas, editadas en la clandestinidad por los hombres de la oposición. Fue ese periodismo militante el que mantuvo encendida la llama de la libertad de prensa, como un símbolo de combatividad, durante todos estos años de coacción.
*Periodista y editor, fue secretario de redacción de la Vanguardia en 1957, y de Primera Plana en 1963.69. Director de la revista Redacción, es autor de El primer gobierno de Perón y El Che Guevara, entre muchos otros títulos.
Fuente: Historia de la Argentina 1949-1955 (Crónica Hyspamerica).
Tras el triunfo electoral, en 1946, del candidato oficialista del régimen militar, el coronel Juan D. Perón, aquel aparato represivo, lejos de desaparecer, perfeccionó su maquinaria: se expropiaron muchísimos medios y fue creada la famosa "cadena de diarios y radios", a la que también se incorporarían todas las revistas del grupo Editorial Haynes. Los únicos diarios independientes de Buenos Aires, La Nación y Clarín, debieron poner sus barbas en remojo después de lo ocurrido con La Prensa, cuya confiscación demostraba hasta qué punto estaba dispuesto ese gobierno a reprimir la libertad de expresión.
Clausurada definitivamente La Vanguardia -según la disposición municipal que cerró sus talleres, "por ruidos molestos"- proliferaron las hojitas sueltas, editadas en la clandestinidad por los hombres de la oposición. Fue ese periodismo militante el que mantuvo encendida la llama de la libertad de prensa, como un símbolo de combatividad, durante todos estos años de coacción.
*Periodista y editor, fue secretario de redacción de la Vanguardia en 1957, y de Primera Plana en 1963.69. Director de la revista Redacción, es autor de El primer gobierno de Perón y El Che Guevara, entre muchos otros títulos.
Fuente: Historia de la Argentina 1949-1955 (Crónica Hyspamerica).