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¡POBRES HABRÁ SIEMPRE... Y SE NECESITAN
PARA PODER SEGUIR GOBERNANDO...!
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Este gobierno no tiene nada de socialista ni tiene nada que ver con un proyecto socialista. El ideal del socialismo, por lo menos, en el aspecto teórico, es acabar con la pobreza. Que no haya pobres. Para eso el estado socialista facilita al individuo un trabajo digno, vivienda, educación, salud y alimentación adecuada. Con estas condiciones básicas aplicadas a un sector de la población que lo necesita se puede decir que un país ha dejado de tener pobres.
¿Son estas las metas de gobierno que desde hace cinco años se han fijado tanto Néstor como Cristina Kirchner? Es evidente que no.
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Desde el surgimiento del fascismo en Italia, no hubo partido político en Europa que haya impulsado su política haciendo hincapié en el combate contra la pobreza. Para eso están el comunismo, el socialismo y las distintas vertientes en que se divide la izquierda internacional.
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En cambio, la llegada del peronismo a la Argentina, resultó un injerto contra natura. Primero, por la extraña confluencia que ayudó a formar el partido para presentarse a las elecciones de febrero de 1946 (Partido Laborista, Junta Renovadora y Partido Independiente); segundo, porque en un país donde siempre existieron fuerzas políticas dispuestas a defender banderas sociales y nacionales nada hacía prever que desde la derecha conservadora, militar y golpista de donde venía Perón (los socialistas y comunistas siempre fueron opositores al peronismo) podría surgir un partido con características de movimiento de masas.
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Perón supo ocupar ese lugar convencido que el cambio social era una necesidad imperiosa que lo podía catapultar a la presidencia y no estuvo errado pues, previamente, desde el Ministerio de Trabajo, logró convencer al pueblo con un par de gestos dirigidos a mejorar su bienestar.
Perón supo ocupar ese lugar convencido que el cambio social era una necesidad imperiosa que lo podía catapultar a la presidencia y no estuvo errado pues, previamente, desde el Ministerio de Trabajo, logró convencer al pueblo con un par de gestos dirigidos a mejorar su bienestar.
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Por eso, la etapa más exitosa que tuvo la Argentina en las últimas seis décadas, cuando se pudo mejorar la situación de los asalariados y de las clases más humildes tuvo lugar durante la primera presidencia de Perón (1946-1949).
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Como el mundo había estado en guerra, Argentina exportaba y comenzó a industrializarse, se lograron superávits que luego se tradujeron en redistribución de ingresos para aumentar los beneficios sociales. Es oportuno aclarar que, a pesar que los peronistas lo ocultaron siempre durante sus gobiernos, todas las leyes y decretos votados por la mayoría de sus legisladores, habían sido patrimonio exclusivo de los diputados socialistas que las crearon a partir de 1903 y 1904 y que fueron cajoneadas durante décadas, principalmente, por los gobiernos conservadores surgidos de los golpes militares.
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Pero a partir de 1949 Argentina comenzó a sufrir serios problemas económicos. Se había tirado demasiada "manteca al techo" durante aquellos cuatro años. El pueblo, una mayoría, era feliz y pedía más, pero las arcas del estado estaban exhaustas. Ergo, comenzaron los problemas: huelgas, inflación, desabastecimiento de alimentos y combustibles; crisis política suscitada por la persecución y encarcelamiento de los opositores (radicales, socialistas y comunistas); estado de sitio; cierre y confiscación del estado de diarios y revistas, etc., etc. Se acabó la justicia social, los temas políticos y la crisis pasaron a primer plano, hubo intentos de desestabilización cívico-militar, un par de revueltas, el intento de matar a Perón (16-6-1955) y todo concluyó de la peor manera (en septiembre de 1955).
Pero a partir de 1949 Argentina comenzó a sufrir serios problemas económicos. Se había tirado demasiada "manteca al techo" durante aquellos cuatro años. El pueblo, una mayoría, era feliz y pedía más, pero las arcas del estado estaban exhaustas. Ergo, comenzaron los problemas: huelgas, inflación, desabastecimiento de alimentos y combustibles; crisis política suscitada por la persecución y encarcelamiento de los opositores (radicales, socialistas y comunistas); estado de sitio; cierre y confiscación del estado de diarios y revistas, etc., etc. Se acabó la justicia social, los temas políticos y la crisis pasaron a primer plano, hubo intentos de desestabilización cívico-militar, un par de revueltas, el intento de matar a Perón (16-6-1955) y todo concluyó de la peor manera (en septiembre de 1955).
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La caída del gobierno peronista, sin duda, tuvo su principal origen en los errores cometidos en materia económica que constituía el andamiaje más importante del sistema de gobierno.
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En la actualidad, los nuevos herederos del peronismo, continúan con aquellas viejas promesas de justicia social, independencia económica y soberanía política. Nadie les cree, pero continúan siendo la única opción que les ha permitido gobernar y seguir acumulando poder. Tanto los militantes como sus dirigentes, no tienen empacho en apelar, donde sea, cómo sea y sin vergüenza alguna, al recuerdo de aquellos años dorados de Perón. Sin embargo, para que el peronismo siga vigente como lo ha hecho hasta hoy después de todas sus transfiguraciones y guerras internas, está condicionado a que haya pobres que mantengan ese "status" o agudicen su situación, provocando la consabida ayuda del estado para que en la mayoría de los casos no llegue a situaciones críticas o se convierta en hambruna.
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Se trata pues de un círculo vicioso en el que un sector mayoritario de la población viene girando hace décadas, en pésimas condiciones, a cambio de dádivas para continuar subsistiendo, pero siempre a la espera de una reivindicación que nunca llegará. A cambio de esa ayuda tácita, se les pide el voto y, ellos, por supuesto, acceden, porque saben que ningun otro partido les tenderá la mano.
Se trata pues de un círculo vicioso en el que un sector mayoritario de la población viene girando hace décadas, en pésimas condiciones, a cambio de dádivas para continuar subsistiendo, pero siempre a la espera de una reivindicación que nunca llegará. A cambio de esa ayuda tácita, se les pide el voto y, ellos, por supuesto, acceden, porque saben que ningun otro partido les tenderá la mano.
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Si esto no es verdad, que alguien explique ¿por qué durante los 30 años que el peronismo estuvo gobernando nuestro país*, las "villas miseria", que tomaron su más grande impulso con la llegada de Perón al poder en 1946 y continuaron ampliando su extensión no solo en el conurbano bonaerense sino en la Capital Federal, en grandes áreas del interior de la provincia de Buenos Aires y en los alrededores de las grandes ciudades (Córdoba y Rosario), y que deberían haber sido erradicadas y reemplazadas por barrios de viviendas construidas por el estado, continúan subsistiendo como si nada?
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Por supuesto que sabemos que no hay un consenso general dentro del partido justicialista para que en la Argentina haya pobres. Los dirigentes y militantes del PJ no son seres inhumanos, tratan de combatir la pobreza, pero el problema es que las herramientas que utilizan para su lucha son inútiles y en muchos casos contraproducentes, porque dependen de las estrategias que impone el gobierno mediante la distribución de partidas destinadas para tal fin, que se distribuyen de acuerdo a una nómina de premios y castigos conforme los destinatarios estén alineados o no con la política oficial.
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Como expresé en la conclusión de un artículo publicado esta semana, lo reitero:
"El autoritarismo difícilmente conduzca a encarrilar un país en lo institucional porque siempre habrá un sector minoritario o mayoritario perjudicado, que estará dispuesto a dejar de lado cuestiones morales y métodos institucionales para prender la mecha del descontento en la población y actuar en consecuencia".
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Los errores, como se ve, siempre terminan pagándose.
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* Años en los que gobernó el peronismo con sus distintos frentes y alianzas: 1946-1955, 1973-1976, 1989-1999, 2002-2003, 2003-2008.
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